Hoy Magdalena subió al tren con una cara de enfado insoportable. Nunca la había visto así. Siempre suele ser tolerante y pasiva. Pero en esta ocasión algo habría de alterar sus nervios. Llevaba su diario consigo y comenzó a escribir presurosa; asumo que intentaba desahogar su rabia en el papel, ya que rompió una par de hojas y las tiró por la ventana.
Unas lágrimas cayeron de pronto y salió rumbo al sanitario. Me atreví a coger su diario intimó y enterarme el motivo que su desazón. Solo encontré palabras sueltas SOLEDAD – DISTANCIA – TRISTEZA – NOSTALGIA y alrededor otras palabras dispersas e ininteligibles. A veces ella suele ensimismarse de forma semejante pero nunca reacciona así. También había un nombre escrito decena de veces.
Magdalena regreso con los ojos hinchados y muy enrojecidos. Cogió su diario y lo guardo en su bolso, cerró los ojos y creo que se quedó dormida. No pudo apreciar los hermosos paisajes que se veían desde su ventana. Aunque creo que los seres humanos en situaciones así jamás lo hacemos y por el contrario tendemos a distorsionarlo todo, hasta el punto de convertir la belleza en fealdad suprema.