Magdalena subió al tren lunático, se sentó en el segundo asiento al lado de la ventana izquierda.

Mientras en tren comenzaba la marcha, ella se percató que el asiento de al lado estaba vacío, que todo el tren estaba vacío. Incluso el conductor no era más que una máquina motorizada. Tuvo una sensación extraña, pero hacía mucho que había experimentado algo similar. Aunque esta vez tuvo la impresión que todo seria diferente. Mientras meditaba sobre su curioso momento, mirando fijamente  a través de su ventana, observó en una calle un panel de publicidad que decía:

 

//No queda más que decir… // Todo lo que puede pasar… al final pasa//

 

Letras blancas sobre un fondo gris a modo de nubes y la figura de aquel reconocido pacifista hindú que sostenía las letras.

 

Ella no atinó a más que guardar un pausado silencio hasta conseguir descifrar aquella frase… Porque no necesita que alguien se lo explique, Magdalena entiende… solo necesita un poco más de tiempo, de sosiego, de distancia, de paz, de (repito) silencio…

 

Acerca de María Rumaja

Licenciada en Educación en la especialidad de Literatura. Poemas suyos aparecen en la Muestra de poesía joven Generación 2000?. Asimismo en revistas, plaquetas, antologías de Perú y Latinoamérica, así como en diversos blogs culturales. Tiene el libro de poesía inédito Confesiones de Medianoche.

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